En los buses guayaquileños piden caridad con escopeta:


Carameleros “batracios”
Su éxito está en asustar con el cuentito de la “Peni” o causar lástima.
Vicente A. Chonillo Yanqui, Guayaquil
chonillov@granasa.com.ec
Fotos de Daniela Baque
Dibujo: Adrián Peñaherrera
Y como fantasmas se subieron. “A ver madrecitas y varoncitos estamos acá no para robarles, sino para pedirles una colaboración porque queremos regenerarnos, estamos recién saliditos de la “Peni” y con su apoyo damos un paso adelante y no hacia atrás, colabórenos con estas melcochas”.

Es la letanía que una y otra vez escuchan los usuarios de colectivos, frases que causan un efecto psicológico debido al velado tono de amenaza en que lo dicen y la pinta, casi siempre carcelaria, del pedigüeño.

Más vale colaborar, piensa el común de los pasajeros, pues su temible aspecto evidencia lo que son, además causa incertidumbre la forma como entregan su producto, quieras o no recibirlo.

La primera moneda que te salga del bolsillo “pagó” para evitar que te expongas a que te roben algo de valor.

Ahora la mayoría de usuarios son obligados a comprar. En el caso de las mujeres no les queda otra opción que adquirir esa golosina a la fuerza antes que les arrebaten su cartera y las manoseen.

El valor que siempre ponen a sus insuficientes productos es de 0.50 centavos la unidad, ya sea una melcocha o chocolate. Desde ahí se puede apreciar la mala fe.

Esto de los carameleros “batracios” no es nuevo. Se pusieron de moda hace cuatro años, justo después que aparecieran los payasos asaltantes y cantantes de pueblo.
¿PERO DE DÓNDE PROVIENEN ESTOS PILLOS?
Lastimosamente son el reflejo del marcado desempleo y subempleo que existe en los barrios bajos. Unos salen desde Esmeraldas chiquito, otros de la Chicago, Florida Norte, Guerreros del Fortín, Flor de Bastión o de la 44 y “tírate al agua”, estos viven en el Salado, unos últimos desde el Cisne dos.

En fin, esos serían los principales puntos de donde salen tantos carameleros auténticos que subsisten de esta venta y otros que fingen serlo, pero que en realidad son solo pillos dispuestos a robarte de alguna forma.
TASA DEL INEC
Según el INEC, los informales son 613.126, de estos 156.030 son desocupados, dentro de este grupo se hallan los vendedores ambulantes y los carameleros “batracios” -que no son todos los que se suben a intimidar a los pasajeros- también hay algunos que se asociaron para enfrentar este problema, pero como siempre reina la desorganización, el proyecto no se concretó.

Estos trabajadores honestos son los más perjudicados por esta situación, ellos solo se limitan a ofrecer y nunca obligan a la gente para que les compren, siempre andan con sus fundas que los identifican y, sobre todo, laboran solos, máximo en pareja y no en grupos de 5, 6 o más.

Estas personas tienen respuesta positiva a su oficio, aunque nunca van a hacer fortuna, por lo menos llevan el pan del día a su casa a base del producto que venden.
Según José Pincay, de 38 años, un caramelero que tiene algún tiempo vendiendo mentas, chupetes y chicles en los colectivos, en una ocasión fue víctima de un grupo de negros mal encarados que le quitaron dos fundas de golosinas.

“Estos tipos que siempre andan en grupos de tres son la piedra en nuestros zapatos y por ellos muchas personas creen que todos somos pillos. A la gente le pido que nos reconozcan, porque nosotros sí tenemos que mantener a una familia y salimos a laborar ahora que no hay empleo fácil para quien no ha estudiado. Nosotros no trabajamos para el vicio como sí lo hacen estos falsos carameleros”, dice el ciudadano.
DOS MELCOCHAS POR 0.75
Mientras recorríamos las calles viendo dónde son los paraderos de estos individuos, nos percatamos que el de la Martha de Roldós y a lo largo de la vía a Daule es la zona de labor masiva para los carameleros.

Me acerqué a uno de ellos y le pregunté al “Negro” John, así le dijo uno de sus acompañantes:
- ¿Qué ofreces mi pana?
- Melcochas,
- Dame una le dije
- Te vendo el par
- Bacán, dame el par...
Le doy una moneda de 0.50 y me indicó que faltaban 25 centavos, a lo que accedí a regañadientes.
Entonces me tocó subirme en una Pascualeña junto con estos chicos. Claro, arriba el mismo cuento, y otra vez dos melcochas por 0.75 centavos. Y sin muchas palabras, hecho su “trabajo” se bajan al vuelo, sin que les pare el carro, en lo que son expertos.

“Afortunadamente tuve suelto señor”, me dijo una viejita, “pues si les daba el dólar me dejaban bien pateada y sin opción a reclamar”.

En ese lapso pude apreciar que alrededor de 15 negritos salieron de la Flor de Bastión. Al parecer, todos son primos y parientes de los otros que son de la Trinitaria y Las Malvinas.
NO SON LEGALES
Legalmente los vendedores ambulantes no están reglamentados por el SRI, ya que jamás podrían contribuir con algún impuesto, además son personas que laboran por horas, cuando quieren y nadie los controla. Otra violación que cometen es la inseguridad que ocasionan entre los pasajeros, quienes pagan un transporte público para que los trasladen a cualquier sitio con tranquilidad.

Si le añadimos la falta de conciencia de ciertos conductores que van con las puertas abiertas, así como la de muchos vigilantes que se hacen de la vista gorda más cuando aún sigue en vigencia la disposición de que deben detenerse solo en los paraderos establecidos y que deben circular con las puertas cerradas. Normas que no se cumplen porque no hay una autoridad que los obligue.

Pero entonces queda en claro que los carameleros “batracios” son peligrosos y por lo menos han robado y caído alguna vez presos. En eso no mienten, pues de los barrios de donde proviene el “batraceo” hacia los más débiles sirve para que los respeten.
SE ESCUDAN EN LA CONSTITUCIÓN
Nos sentimos impotentes al palpar cómo las autoridades no hacen nada contra los carameleros abusivos, quienes se escudan en el derecho al trabajo consagrado en la Constitución.

En nuestro recorrido de dos semanas apreciamos, por lo menos un centenar de malos carameleros que se sabe de memoria las rutas de los buses, practicando un oficio con un estilo agresivo al imponer la compra de su producto hasta llegar al extremo de que la mayoría de pasajeros cargan sus monedas destinadas a pagarles el ilegal “peaje” y así evitarse problemas.

Todo esto muy aparte del avance de la diabetes y daños en la dentadura que cada día aumenta en nuestra población, porque si no son los vasos de gaseosas a 0.10 centavos son los caramelos que ingerimos sin saber el perjuicio que nos hacemos consumiendo tantas golosinas obligadas.
RECOMENDACIONES
Exija que el chofer lleve la puerta cerrada, aunque se enoje.
Caso contrario llame a un vigilante de tránsito para que lo haga cumplir esta disposición.
Si ve que se subieron estos malos carameleros, quienes están plenamente identificados, bájese del colectivo y camine en sentido contrario de la dirección que llevaba el bus.
Y si no tiene más remedio que enfrentarlos, preocúpese por llevar suelto, pues más vale evitar.
Así que pónganse pilas si no quiere pasar un rato muy amargo con un dulce en la mano.

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