el mejor maquillador del mundo

Es toda una mujer
Comsiderado el mejor maquillador del mundo, el brasileño Rodrigo se transforma en "Labelle Beauty en solo una hora
Yvonne Lago M., Guayaquil
Fotos de Alfredo Piedrahita
Las coloridas paredes de lo que hasta hace 4 años era una enorme bodega donde se secaba y procesaba el cacao, en la zona más antigua de Guayaquil, guardan celosamente los grandes secretos del arte del maquillaje.
Y es que al interior de ese sitio, hoy transformado en una discoteca, abierta especialmente para gays donde también acuden curiosos heterosexuales, cada fin de semana, Rodrigo, un brasileño de 27 años oriundo de Sao Paulo, se despoja de su clásica gorra negra, la camiseta sin mangas, la bermuda y un par de zapatillas, para darle vida a la “Labelle Beauty”.

“La bella bella”, su traducción en español, es una hermosa “Drag Queen” de penetrantes ojos azules -resultado de los lentes cosméticos- y cejas arqueadas al puro estilo de la diva Eva Garbo. Su cabellera dorada y ensortijada es en realidad una costosa peluca; su estatura, gracias a enormes plataformas transparentes, llega a los 1.80; los labios carnosos están cuidadosamente pintados de un rosa suave y su voluptuoso y encurvado cuerpo, -relleno de discretas prótesis-, está enfundado en un atrevido traje de dos piezas de gamuza café. Así, ha logrado enamorar con sus encantos a más de un escéptico. Aquellos que se niegan a creer que tras todo ese brillante maquillaje se esconde un joven sencillo, de pelo cortísimo, contextura delgada, estatura mediana, hombros estrechos, piel blanca que gusta de llevar piercings y que por cierto no niega su orientación sexual.

Rodrigo o “Labelle”, como prefiere que lo llamen, está considerado en diversas ciudades de su país y en varios lugares de Europa no solo un buen “Drag Queen” por sus actuaciones sobre el escenario, sino además el mejor maquillador de todos los tiempos.

Su llegada a Guayaquil se dio hace varios días, por invitación de su compatriota Wagner Basilio y de Ricardo Proaño, ambos socios de la discoteca Vulcano, para que diera cursos y seminarios acerca de lo que es el maquillaje en sus tres modalidades: natural, de fiesta y de alto impacto. Este último, o sea el arte de la transformación, ya sea de hombre a mujer o en otros personajes, es lo que le ha dado fama, aunque advierte “que nada de fortuna”.

Su nombre ha pasado las barreras del idioma y del continente. Entre los lugares donde ha llevado su arte, cuenta uno en Italia al que asistió conjuntamente con otras “Drag” brasileñas para una fiesta, a la que fue invitada, un fin de año en uno de los mayores centros nocturnos de la Riviera italiana, Cocorico en Rimini.

Luego siguió a Zurich-Suiza, donde fue contratado por el club más prestigioso de esa ciudad para presentar sus actuaciones durante un mes, lo que consideró una experiencia fascinante, que además ayudó a ampliar su hoja de vida.

Sin embargo, con modestia “La belle” dice “no ser la mejor”.

Eso sí, se considera una autodidacta que “ha ido aprendiendo sola, a través de una década de continuas pruebas con todo tipo de maquillaje”.
La transformación
La impecable transformación de Rodrigo dura más allá de una hora. El pelo deberá cubrirlo con una fina malla de nylon para evitar que se adhiera a la cara y entorpezca el maquillaje. Luego viene lo más importante, retirar con una rasuradora todos los molestosos e innecesarios vellos del rostro.

Posteriormente se cubrirá el área de las cejas con jabón de tocador, que mezclado con un poco de goma blanca formará una película que hará que las cejas se queden rígidas. Entonces, con el pulso de un cirujano, dibujará sobre ellas, unas cejas más finas y alargadas.

En medio de un sinnúmero de costosos lápices labiales, brillos y todo tipo de cosméticos, de muy buena calidad y de elevado precio, buscará aquellos que le permitirán transformar su rostro y suavizarlo hasta lograr rasgos femeninos.

El toque esencial serán las enormes pestañas postizas, que en el mercado nacional tienen un costo de 30 dólares el par. Luego vendrán los lentes cosméticos que harán juego con su peluca y tono de piel.

Dentro de la discoteca existe infinidad de trajes y disfraces. Según Proaño, hay vestidos de toda clase y para todos los gustos de los artistas y drags, “incluso algunos los traemos desde el exterior, porque allá la moda es más loca”.

En el mismo camerino, está Wagner, quien pese a sus rasgos masculinos que destaca en su fuerte musculatura, también es otro reconocido “Drag Queen”.

Él también se ha paseado por toda Europa. “Hace tan solo un mes fui invitado a Suiza para participar en el desfile del orgullo gay”, indicó.

Rápidamente Proaño interrumpe para recordar que en el “viejo mundo” aún han quedado los contactos y amigos que dejaron durante el tiempo que vivieron en Francia, Amsterdam e Italia, lo que les ha permitido darse a conocer.

Una hora después la sesión de fotos y la conversación han terminado. Rodrigo y Wagner ingresan nuevamente al camerino, para despojarse de sus secretos y volver a ser dos jóvenes comunes y corrientes que visten short, camiseta y zapatos de lona y a quienes Ricardo en son de broma compara con los “típicos pandilleros”.

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