El caso del chico que eliminó a su madre, padre y hermana


¡Desde los 13 años pensaba matarlos!
Los primeros exámenes psiquiátricos revelan una personalidad psicótica y agresiva. Se entrenó durante meses jugando con el revólver.

Los resultados del examen psicológico efectuado en el departamento de Medicina Legal de la Policía, al adolescente quien hace algunos días mató a balazos a sus padres y hermana adoptivo, aún no llegan al despacho de la fiscal Rocío Córdova.

La conclusión de dicha prueba médica servirá para que la fiscal y procuradora de la niñez y la adolescencia solicite que el menor sea puesto bajo tratamiento psico-farmacéutico.

No obstante luego de ese examen el joven parricida será puesto en manos de un psiquiatra, quien también deberá evaluarlo. “Pero no lo hará en los próximos días, sino después, porque el chico aún se encuentra alterado por lo que sucedió”, indicó una fuente.
Lo cierto es que según el perfil que realizara otro psiquiatra, Rómulo Bermeo, el joven “aparentemente sufre de un trastorno de la personalidad”. Descartó que lesiones en el cerebro, consumo de drogas o alucinógenos hayan hecho aflorar su personalidad psicopática. “Presumimos, dice Bermeo, y confirmamos con estudios clínicos (factores genéticos y biológicos), que padece algún trastorno mental orgánico que lo llevó a presentar episodios de agresividad posterior a una situación estresante”.

Este mismo diagnóstico es el que se habría dado en el departamento de Medicina Legal, ya que apoyados mediante pruebas técnicas efectuadas por una reconocida psicóloga, se descubrió que el chico tiene todo el perfil de un “psicópata”.

Dichos tests fueron necesarios para conocer si el adolescente era un psicótico (loco) o un psicópata (asesino), que necesitaba recibir tratamiento en lugares especializados como el hospital psiquiátrico Lorenzo Ponce. Y el resultado fue sorprendente y dramático.

Para Bermeo, “un individuo sometido a recriminaciones y/o castigos continuos durante largo tiempo o a su vez la ausencia de correctivos por faltas cometidas, especialmente en su infancia, va a llevar a que en etapas posteriores, adolescencia o adultez, tenga un nivel de frustración muy alto y una conducta agresiva-pasiva”.

“Esto hace que haya una respuesta inmediata entre el pensamiento y la acción sin pasar por la etapa de raciocinio que le permita determinar si sus actos son buenos o malos”, sostuvo Bermeo, para quien el chico tiene cierto arrepentimiento, inducido por la necesidad de reestructurar la situación a su conveniencia.

“Pero no es un auténtico sentimiento de culpa”, aseveró.

Aunque se dice que el chico llora arrepentido por el daño cometido, para la psicóloga que brindó su apoyo en la investigación, en el joven no existe un verdadero sentimiento de culpa, ya que desde los 13 años había planificado la muerte de su madre y hermana “a quienes odiaba”.

No así la de su padre, porque las mujeres eran quienes más lo reprendían, lo que lo tenía fastidiado. Otro motivo que acentuó su furia “ fue el hecho de saber que era adoptado y porque lo hacían dormir en la planta baja, donde estaba el minimarket que él cuidaba”, citó la fuente, quien pidió la reserva de su identidad.

Dentro del local halló la herramienta que le permitiría concluir con su venganza: un arma de fuego, que cada noche manipulaba tratando de tomar destreza preparándose para el momento de efectuar los disparos.

“Es por eso que los impactos son certeros”.

Su ausencia de una semana al colegio que dedicó a asistir a sitios de vídeo juegos también tienen que ver con su actitud.

“En los juegos de vídeo él podía desfogar toda su furia, odio y como tenía en mente lo que iba a hacer, tampoco le importaba seguir acudiendo al establecimiento educativo”.

El triple homicidio ocurrió a eso de la una de la madrugada del pasado 19 de julio, en el sector de La Garzota 2. Posterior a eso, el adolescente a quien en primera instancia se le asignó como defensor público al Dr. Jaime Sandoval, intentó huir a México. Sandoval se retiró de la defensa luego de que un abogado particular tomara el caso.

Finalmente, el psiquiatra Rómulo Bermeo sostiene que debido al estado del muchacho, “este deberá ser recluido en una institución psiquiátrica para su control, ya que una cárcel no logrará ningún resultado positivo”.

Libre en dos años por buena conducta
En caso de que al adolescente parricida se le imponga una medida socio-educativa (sentencia) de 4 años, podría recuperar su libertad en tan solo 24 meses, siempre y cuando se certifique su buen comportamiento y aprovechamiento.

Así lo estipula el artículo 370 del Código de la Niñez y la Adolescencia que indica que: “los adolescentes cuya medida de internamiento exceda los 24 meses -dos años- tienen derecho a beneficiarse de la rebaja del tiempo por buen comportamiento y aprovechamiento en el estudio, en la capacitación laboral y en el trabajo, se cuente como dos”.

Dicha certificación deberá suscribirse por el director y el secretario del equipo técnico del centro de internamiento y será remitida al juez cada mes.

Al momento el joven se halla aislado en el centro profesional de varones.

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