De día trabajo, de noche parranda... y algo más

La nueva zona rosa de Guayaquil, ya regenerada, es deliciosa y segura:
De día trabajo, de noche parranda... y algo más
Las farras guayaquileñas también se han regenerado, tienen más caché.
Vicente A Chonillo Yanqui, Guayaquil.
chonillov@granasa.com.ec
Fotos de Alfredo Piedrahita
Cae la noche sobre Guayaquil. La brisa del verano trae olor a farra. La gente abandona su trabajo para trasladarse a uno de los sectores tradicionales del puerto, recuperado arquitectónicamente por el programa de regeneración urbana: la antigua zona cacaotera, hoy transformada en "zona rosa".
Una ciudad noctámbula
GGuayaquil es caliente, farrera, muy alegre y, por supuesto, la ciudad más productiva del país. Jóvenes y viejitos farreros transitan por el rejuvenecido barrio, como reconociendo su nueva fachada, se alistan para la “chupa” y el baile dos de las cosas que más gustan a los guayaquileños.
Por eso es que la creación de la nueva "zona rosa” se ha ido regando de boca en boca, a través de “radio bemba” y cada vez son más los noctámbulos enredados en estos sitios que atraen con su música a sus mujeres lindas y gays, quienes disfrazados las imitan de manera increíble. ¡Cualquiera se equivoca!

Las generaciones actuales duermen menos y farrean más en su tiempo libre. A partir de las 22:00, salen de sus escondites hermosas mujeres de esculturales cuerpos, junto a sus orgullosas parejas. La noche es larga y de fiesta.

Los fines de semana, la nueva “zona rosa” se halla atestada de vehículos que, si se llega tarde, el visitante se queda sin lugar para parqueo, y no le quedará más que “vacilar el patín” en la acera.
Es un sitio con clase que brinda la oportunidad de hacer un “tour de aventura-bar”, es decir, un recorrido por la docena de locales que existen en el sector.
Por supuesto, el cliente verá por dónde comienza y dónde termina. Hay de todo y para todos los gustos. El goce depende de cada quien. EXTRA salió una noche de san viernes a ver cómo se farrea en la “zona rosa”, ubicada donde hace un siglo funcionaba el antiguo barrio cacaotero, cuando Ecuador era el primer país exportador de este producto.
Ahora, allí donde hace 100 años se comerciaba la “pepa de oro”, encuentras gente de todas las edades. Parecería que se tratase de los fantasmas de aquella gran época de exportación se negaran a morir. Allí reside el encanto de este lugar: un ambiente moderno con sabor añejo.

El primer punto visitado fue “Bla,Bla, Bla”, un lugar especial para intelectuales y no intelectuales, donde se escucha música del recuerdo y actual con show incluido.

Seguimos el recorrido por un barcito en el que atienden con esmero unas bellezas colombianas -con quienes puedes bailar si no llevas pareja- la salsa, cumbia y el ritmo tropical del Caribe.
“Al ladito”, como diría mi abuelo, está el tradicional callejón Magallanes, convertido en un elegante rincón residencial con toque guayaco.

Y claro, el “Gran Cacao”, un lugar muy clásico, en una casa que se sostiene de puro milagro y decorado con poco y nada especialmente recuerdos del cacao por todos lados. Estas decoraciones antiguas y rudimentarias hacen que uno se sienta como en aquellas épocas doradas y de mucho billete en las que los “gran cacao”, como llamaban a los exportadores y productores de la “pepa de oro”, mandaban a sus hijos a estudiar a Europa, específicamente a París.

Al bar concurre mucha gente conocida, sobre todo periodistas, pintores, intelectuales y estudiantes.
Posteriormente llegamos a “234”, un sitio donde el consumo mínimo es de 5 dólares. Tiene una decoración espectacular y buen ambiente, incluida una pequeña pista de baile. Quisimos terminar la noche en “El Colonial”, un bar esquinero, de dos plantas, muy elegante, con tradición en la zona.

Acá tampoco vale la entrada, solo el consumo. Imbuidos del espíritu cacaotero se nos ocurrió llegar hasta la “Heineken” y al lado está la famosa disco-bar alternativo, “Vulcano”. A pesar de que estaba repleta, tan pronto como supieron que éramos de EXTRA los dueños abrieron las puertas de su local para que fuéramos testigos de un espectáculo internacional de Drag Queen, que no se ve en cualquier parte.

Tres de los cinco bailarines eran brasileños, los restantes ecuatorianos (y no les envidiaban nada a los otros), un espectáculo fuera de lo común en nuestra urbe, a la altura de los mejores del mundo.
En ese momento el espíritu del gran cacao se quedó fuera, estábamos en otro ambiente.
Contrario a lo que muchos piensan, esta discoteca gay es visitada por muchos heterosexuales que gustan de la música que aquí suena, la pista y sobre todo que no hay escándalos. Me llevé muy buena impresión al ver a un señor de guayabera y su bella mujer, bailando, tomándose una cerveza y disfrutando del espectáculo que se da mucho en Europa y las grandes ciudades de EE.UU.

Así, la noche farrera guayaquileña pasó sin darnos cuenta. Con apenas dos cervezas en la cabeza, pues estábamos de trabajo, abandonamos “Vulcano” no sin antes ser vistos con cara muy rara a la salida y más cuando un taxista nos dijo: “ taxi señores, directo al motel”, Alfredo, nuestro compañero fotógrafo, no sabía dónde meterse mientras que nosotros no parábamos de reír.

Terminábamos así esta “bar- aventura” tras los farreros de la nueva “zona rosa”; donde se puede apreciar las mujeres más bellas de la ciudad e incluso a los del tercer sexo. Los bares son muy visitados hasta por mamás que van con sus hijas, pues te puedes divertir sanamente comenzando por donde quieras y terminando donde puedas.

Lo mejor de todo: la seguridad que existe en este sector proporcionada por la Municipalidad. Es por eso que no hay problemas y todo termina en santa paz, a pesar de la cantidad de gente. ¡Cómo vamos cambiando!

No hay comentarios:

Publicar un comentario